Hablemos de esas personas a las que les debes todo, solo por el hecho de existir y haberse cruzado en tu camino.
De esas personas por las que darías tu propia vida sin pensarlo dos veces, y por las que pondrías tu mundo patas arriba si fuese necesario.
Pues, ¿sabéis qué? Yo conozco a una. Es más, no es que lo conozca, es que es parte de mí, se ha anclado a mi vida y ahora es como uno de esos órganos sin los que no podría vivir. Y es maravilloso.
Esta sensación de saber que cuando caiga, él va a estar ahí, y cuando esté en mi mejor momento también lo estará. Y oye, que a pesar de la distancia, siempre lo tengo aquí, a mi lado, con sus 'abrazos psicológicos' y sus chistes malos, o sus 'quérote' que son capaces de sacarme una sonrisa cuando lo creía imposible.
Porque él es de esas personas incondicionales, imprescindibles, y eternas.
El mayor y más fuerte pilar en mi vida, porque no sería lo mismo irme a dormir sin un 'boas noites' o yendo al grano, no sería lo mismo irme a dormir sin saber que estás ahí, y que a la mañana siguiente cuando me despierte, seguirás estándolo, siempre.
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