Ojalá pudiese cerrar los ojos y dejar de
verte como algo más. Quisiera verte como un amigo más, especial, pero uno más
al fin y al cabo. Y ojalá pudiese mirarte y que mi mente no invente cosas
macabras que hace tiempo que no me acaban sentando bien.
Quisiera poder
coger todos esos recuerdos, ya sean físicos o no, y guardarlos en un cajón que
no abriré nunca, o al menos hasta que llegara el momento en que tú me pidas,
explícitamente, que lo abra. Que lo abra y que recuerde mil noches debajo de
las mantas contigo, cada enfado tonto que teníamos y que reventaban mi
paciencia pero más tarde no recordaba por culpa de tu manía de provocarme
amnesia temporal, o esos mil paseos por calles que veía todos los días, pero sin
embargo a tu lado se convertían en caminos llenos de felicidad y cosas en las
que nunca me había parado a mirar.
Aunque
sinceramente, contigo a mi lado con tu brazo rodeándome, tampoco me paraba
demasiado a mirar nada que no fuese tu estúpida media sonrisa que nunca te
abandonaba cuando íbamos así por la calle.
Y bueno, sin salirme del lado duro que
pretendía mostrarte en este texto, quiero que sepas que aunque dobles cada
esquina de cada maldito capítulo que intento leer disimulando que no sé el
final, incluso hay momentos que te odio. De una manera u otra, pero lo hago.
P.D: No te subas demasiado, que tampoco
me gustaba tanto tu media sonrisa de tío duro e invencible… Ya casi que no me
quema por dentro imaginarte.
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