Echar de menos el sonido de la respiración de alguien en tu oído. O el sonido de las olas al romper en la orilla.
Al igual que anhelar en invierno esa sensación de tumbarte en la arena y notar cómo el Sol te calienta la piel.
O anhelar en verano acurrucarte debajo de las mantas, y ducharte con agua ardiendo.
Querer y no poder. Poder, y no querer...
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