Recuerdo muchos errores que cometo desde que era bien pequeñita. Por ejemplo, el orgullo.
Qué queréis que os diga, soy jodidamente orgullosa desde pequeña. Aunque quiera evitarlo, es una de esas cosas que te salen solas, como si fuese un tic. También tengo que decir, que a pesar de ser orgullosa siempre intento arreglarlo, aunque la haya cagado monumentalmente.
Al igual que suelo posponer las cosas que me da miedo hacer. Las pospongo, una y otra vez hasta que al final, en alguna que otra ocasión, he llegado a hacerme daño a mí misma. Hablo de toda clase de ocasiones, cuando tenía que hacer algo que me daba mucha vergüenza, o pensaba que iba a quedar mal porque todos pensarían que lo iba hacer mal, como por ejemplo una presentación oral, ponía toda clase de excusas para atrasarlo... Como si no fuese a llegar el momento por mucho que lo atrasara... já
U ocasiones como acabar con algo que sé que no me hace bien, que me hace daño, pero no soy capaz porque soy la más cobarde de todas.... Lo pospongo, todo lo que pueda, aún peor.
También suelo valorarme bien poco, tirando a nada. Pienso que lo que yo haga va a ser lo peor entre todas las demás opciones, y eso en ocasiones me lleva a lo que os hablaba antes.
Además, para colmo, suelo pillarme asustadizamente rápido por los chicos. A ver, dentro de un límite, pero soy de las que lo da todo, o no da nada... casi siempre.
Y normalmente, me llevo el chasco más tarde que pronto, cuando ya todo jode un poco más, y te hunde en la mierda.
Deberían saber que cuando tocan mi corazón, su huella dactilar se queda ahí grabada. Y normalmente me cuesta demasiado librarme de ella.
Por eso brindo por las personas que me aguantan, que me apoyan, y que están ahí siempre, a mi lado. Esas son las personas a las que no abandonaría nunca, con las que perdería el orgullo casi sin intentarlo, con las que no pospondría nada y aquellas que hacen que me valore un poco más.
Gracias. Sobre todo a ti, mi incondicional lobo.
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