lunes, 23 de marzo de 2015

Macabra cicatriz la mía.

No había nada tan increíble e indescriptible como las marcas de tus uñas en mi espalda o de tus dientes en mi cuello. Nada comparado a las marcas que dejabas en mi piel, y la enorme cicatriz que dejaste al irte, que hasta me llegó a parecer poco. Había veces que casi no la sentía, y nunca quise dejar de sentirte.
Ya que te fuiste y dejaste otra marca más en mí, podrías haberte parado a limarla un poco. La dejaste descuidada, no te paraste a mirar como quedó....
Y sinceramente, a pesar de todo, siempre hubo una parte de mí a la cual le gustó cómo quedó esa gran cicatriz, porque siempre seguías conmigo, escondido en un rincón...
Me gusta más aún que vuelvas, acaricies mi macabra cicatriz y traigas buenas sensaciones a la vez que te llevas el dolor que me ha estado atormentando estos años.
Tú dedícate a llenarme de marcas, a dejar tu huella en mí a la par que dejas mordiscos, arañazos y besos, que mientras tanto yo me encargo de que el mundo siga girando para ti.
Y después de todo el tiempo que has tardado en aparecer por aquí de nuevo y poner mi mundo patas arriba, queda una situación bastante irónica; porque yo intento que el tiempo se pare, mientras que tú haces que pase más rápido de lo que debería.

Y ahora, quiéreme si te atreves.

No hay comentarios:

Publicar un comentario